martes, 27 de enero de 2009

Compromiso


A un partido malo suele sobrevenir un pataleo, síntoma de impotencia. Suele ocurrir. Mirar hacia el palco de las exequias del Vicente Calderón provoca la misma sensación de impotencia que caer derrotado en un partido oficial. La desidia es un mal endémico en esta sociedad, ya sea anónima o pública. Decir que Aguirre tiró la eliminatoria ya en la primera vuelta no sería ventajista, sino una certeza, al igual que no confiaba en la remontada al dejar a Forlán y Maxi en Madrid. No es un día propicio para realizar análisis. El fútbol, a día de hoy, no es un deporte, es una multinacional en la que agentes, presidentes y conejeros delegados enriquecen a deportistas sin más, simplemente eso. No se inculcan valores, el fútbol de hoy en día es una mentira en la que visionarios como Julio Maldonado, Áxel Torres o Marcos López (pajilleros de antenas parabólicas) se jactan de conceptos como scouting, índice corrector o tiki-taka. Desde el punto de vista de los clubes de fútbol, y en lo que nos concierne, bien sabemos -y no hace falta recordar- que la única gestión que preocupa a los crápulas del palco es la gestión de la ciudad deportiva, el nuevo estadio y la probable venta de Agüero, Simao, Forlán y Maxi. No existen sentimentalismos, no existe compromiso, y sin compromiso nunca se pueden lograr éxitos, cosa que hay que diferenciar del término objetivo. Caer en el discurso de los Pernía, Pablo, Perea o Luis García es aburrido, pues ya conocemos y sufrimos ver cómo la rojiblanca se mancha en el pecho de esta gente, mejor dicho; cómo la ensucian. ¿Nos han robado la ilusión? La secuestraron hace ya unas décadas. Lástima que sólo existan reductos de coherencia en foros como éste. Lástima que haya más jugadores que sienten el Atlético de Madrid exiliados bajo la zamarra del Liverpool que en nuestra propia plantilla. Hoy me viene a la cabeza gente como Don Fernando Torres, Reina, Arbeloa, Fran Mérida, Arteta, Lafita, Keko, De Gea, Pulido, Rubén Ramos, Camacho, Joshua, Borja Bastón... gente que ya han declarado públicamente su sentimiento atlético, gente que se ha formado en la casa, gente que son el futuro, han sido el pasado y quieren ser el presente. Mientras no exista una jerarquía atlética, y eso ha de producirse desde los propietarios hasta el utillero, no volveremos al lugar de donde nunca debimos salir.